Desde el punto de vista médico, una fractura de estrés se define como una interrupción en la continuidad del hueso producida por una sobrecarga mecánica repetitiva (estrés). Aparecen en algunos huesos del cuerpo sometidos a mayores impactos repetitivos, habitualmente en las extremidades inferiores, sobre todo en la rodilla y en los pies.

Al contrario que las fracturas habituales que se producen por un impacto súbito, las fracturas de estrés son el resultado de múltiples impactos de menor intensidad pero muy repetidos.

Con mayor frecuencia este tipo de lesiones aparecen en deportistas tras periodos de descanso y posterior reinicio de actividad con gran intensidad.  También en los deportes donde se acumulan los impactos (carreras de larga distancia, maratones, etc…). Y pueden aparecer igualmente en personas que realizan gran esfuerzo físico sin una adecuada adaptación de cargas e intensidades de ejercicios, como por ejemplo las caminatas largas durante varios días como es el caso de algunos peregrinos del Camino de Santiago.

Tras este periodo de confinamiento debido al estado de alarma provocado por la COVID-19 muchos son los pacientes que han acudido a nuestra consulta por sufrir un dolor incapacitante en su rodilla o pie, que termina siendo diagnosticado de fractura de estrés.

El dolor no se inicia de forma aguda, sino que surge de forma progresiva e insidiosa. Comienza siendo una molestia y convirtiéndose rápidamente en dolor. El dolor es de muy fácil localización. Aparece con la carga de peso o comienzo de actividad de impacto y desparece o disminuye cuando se deja de realizarla, en reposo. En ocasiones puede aparecer algo de hinchazón e incluso algo de enrojecimiento en la zona lesionada.

Su diagnóstico a veces pasa desapercibido debido a que en muchas ocasiones una imagen radiográfica es insuficiente para su diagnóstico, cuando se inician los síntomas. El diagnóstico puede precisar la confirmación mediante una resonancia magnética.

Habitualmente, el tratamiento convencional de una fractura de estrés precisa de al menos 2 meses de reposo deportivo de impacto.

“Durante el periodo de recuperación se puede realizar ejercicios sin impacto como la bicicleta estática o ejercicios de fuerza si no producen molestias”

Desde un punto de vista médico es posible acelerar la biología de la reparación ósea mediante una inyección de plasma rico en plaquetas (PRP) a nivel del foco de lesión.

En algunos casos, dependiendo del tipo de fractura, puede ser necesaria una intervención quirúrgica (habitualmente colocando un tornillo que comprima el foco de la fractura y favorezca su consolidación).

Prevención

La prevención de las fracturas de estrés en deportistas se centra principalmente en:

  • Crear una planificación de la duración, intensidad y frecuencia de la actividad.
  • Adecuar el período de descanso entre los esfuerzos.
  • Respetar una etapa de adaptación gradual a las cargas tras una etapa sin actividad. Comenzar de menor a mayor intensidad, fuerza y duración del ejercicio.
  • Evitar cambios bruscos en la superficie donde se realice la actividad (el paso de superficies blandas a más duras), o en caso de ser una exigencia del deporte practicado, entrenar para una preparación muscular y propioceptiva adecuada.
  • Supervisión del entrenamiento para captar alteraciones en los gestos técnicos deportivos.
  • Adecuada alimentación y nutrición deportiva para evitar déficits de energía y sobrecargas inesperadas.

Readaptacióndeportiva

Readaptación deportiva por especialistas de la preparación física

Dos figuras claves en la prevención de este tipo de lesiones deportivas son los preparadores físicos y los nutricionistas.

Los preparadores físicos nos ayudan y diseñan planes adecuados de ejercicios y etapas de descanso, además de colaborar en la corrección de alteraciones técnicas.

Los nutricionistas nos ayudaran a adecuar las exigencias nutricionales de nuestro deporte, adaptándolo a cada etapa de la preparación e incluso en las competiciones.

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